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miércoles, 9 de febrero de 2011

cerámica rajada


En la fábrica de Metzen y Sena está todo listo para encender los hornos y volver a producir, pero esperan el fallo de la Justicia que los autorice a usar la planta y poner en marcha el proyecto cooperativo.


Por Miguel Noguez
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“Me sigo despertando a las tres de la mañana como lo hacía antes para entrar a las cuatro a la fábrica", comenta Gerardo, uno de los trabajadores. Es casi mediodía en Empalme Olmos. Los rayos del sol caen cada vez con más fuerza y la planta industrial de Metzen y Sena luce como un gigante adormecido en medio del silencio. Es el primer día en mucho tiempo sin olla popular y en una de las puertas solo se ve una ronda de cinco obreros. Al costado hay estacionadas una decena de motos que pasan casi como desapercibidas en medio del amplio estacionamiento. Se escuchan comentarios, chanzas y alguna que otra carcajada que denotan esperanza en contraste con la soledad del lugar.



Trece meses pasaron desde que la fábrica de cerámicas cerró sus puertas, pero más de 600 trabajadores esperan por una solución que les devuelva su fuente laboral que algunas perdieron luego de 20 y 30 años. Todos están pendientes de la decisión que está en manos de la Justicia y que tiene en su poder dos alternativas: un proyecto de reapertura a través de una cooperativa impulsado por los obreros y otro presentado por el empresario Alejandro Barreto, el último dueño que tuvo la fábrica antes que fuera intervenida. También existe expectativa por la junta de acreedores que tiene lugar a mediados de este mes.

"Lo que estamos esperando es que el juez nos dé el uso precario de la planta para ponerla a producir", explicó a Ultimas Noticias el dirigente de la Asociación Laboral Independiente de Obreros y Funcionarios de Olmos (Aliofo), Ruben Cauna. Desde diciembre de 2009, un grupo de trabajadores con la autorización de la Liga de Defensa Comercial (Lideco) -que oficia como síndico- se encarga del mantenimiento y la seguridad. "La fábrica por adentro está en mejores condiciones que cuando nosotros apagamos los hornos. Está limpia y los motores están aceitados porque hay compañeros que los prenden todas las semanas", comentó Jorge González, otro de los dirigentes.

El plan de reapertura que tiene el apoyo del gobierno prevé reactivar la producción y dar trabajo en una primera etapa a 350 operarios mediante una estructura de empresa autogestionada. Una vez que se tenga la autorización serán necesarios alrededor de U$S 6 millones, cuyo financiamiento contará con dinero del nuevo fondo de garantía para proyectos productivos creado con utilidades del Banco República (Brou), luego de que se reformara su carta orgánica.

En la actualidad, de los 753 funcionarios que fueron enviados a seguro de paro, 680 se mantienen cobrando esta prestación que vencerá en mayo. El resto se divide entre personas que se jubilaron y otras que cambiaron de trabajo. "El ánimo a medida que pasa el tiempo no es el mejor, pero las ganas están. No queremos seguir viviendo del seguro de paro", dijo Cauna.

Los trabajadores son cautos cuando se les consulta sobre cuál será el momento de la reapertura y dicen no querer "aventurar" fechas que generen "falsas expectativas". Sí tienen claro que cuando tengan la ansiada autorización necesitarán alrededor de 45 días para que lleguen algunos repuestos y productos de materia prima que deben encargar en países europeos. "Hay maquinaria que tiene 10 u 11 años, que es italiana. Es en algunos sectores que ya venían en decadencia y donde faltan algunas cosas", señaló Cauna. Luego de esta etapa, estiman que en cinco o seis meses la producción comenzaría a funcionar a pleno. En este sentido, algunos "viejos clientes" de la firma han enviado cartas de intención para la compra de materiales. "Los teléfonos no paran de sonar y no solo de Uruguay, también de Argentina y Chile pidiendo vajilla, revestimientos y algo de sanitaria", dijo González. La nueva etapa tiene previsto buscar mercados fuera del Mercosur y además solicitar al gobierno que promueva la utilización "prioritaria" de sus productos en las viviendas que se construirán a través del "Plan Juntos".

Si bien la fábrica está detenida, se realizan ventas al exterior de mercadería que había quedado en stock y que ha contribuido a "mantener la marca y a "seguir presentes" en el mercado. Los materiales habían sido prendados por el Banco de Previsión Social (BPS), pero este autorizó su comercialización y el dinero recaudado va para la cuenta de Metzen y Sena que administra la sindicatura. La gestión de la cooperativa es todo un desafío y varios trabajadores están preparados a través de cursos de capacitación que brindó el Inefop en áreas como marketing, administración e informática. "Lo primero que tenemos que hacer es diferenciarnos de la anterior administración que no tenía ni contador", agregó el dirigente Andrés Soca.

EL IMPACTO EN TODO EL PUEBLO

“Hoy estamos completos" respondió Carlos, el propietario de un almacén, a un proveedor que llegaba al lugar. El cierre de la fábrica pegó fuerte en el pueblo y la baja en las ventas se siente cada día. Las últimas fiestas de fin de año no fueron la excepción. "La gente se cuida al mango. Tenemos problemas de vencimientos, de cambios de mercadería. Tengo un armario lleno de mercadería vencida. Para cambiártelo te lo reponen, pero para qué quiero reponer si no lo vendo. Las ventas están por el piso, bajaron un 50%", se lamentó el almacenero, que debió vender el auto para pagar las deudas, aunque hoy tiene tres meses de atraso en el pago del alquiler. Lorena, otra comerciante de Empalme Olmos, explicó que si bien las familias cuentan con ingresos por el seguro de paro y por algunas changas que realizan, las ventas bajaron y lo que se adquiere son los productos más económicos. "En las fiestas se sintió la falta del aguinaldo", dijo. "El año pasado discutíamos con la Pilsen por que no nos prestaban los envases para 150 casilleros. Al final hubo paro y nos entregaron 20. Tuve problemas con el vendedor y ahora tengo que agradecer porque de los 20 me quedaron cinco. Fue desastroso", se quejó Carlos.

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