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jueves, 19 de noviembre de 2009

se quiere ,se puede


Sí, ¡Uruguay, no más! Es un grito que nace desde el alma. Contenido desde la mañana que Australia nos condenó a mirar el Mundial de Alemania 2006 por televisión.

¡Uruguay, no más! Es un grito que se fue forjando partido tras partido luego de tres años de una Eliminatoria interminable. Agobiante. Provocadora del estrés más grande que se puede recibir por un deporte.

¡Uruguay, no más! Es el reflejo del amor que se expresa por la camiseta celeste. Como lo volvieron a hacer en la entrega los jugadores que metieron como animales en el campo de juego. Y en el que el "Ruso" Pérez fue el estandarte¡Uruguay, no más! La Celeste está en el Mundial. Sufriendo, es cierto, quizás más de la cuenta por la forma en la que se fue dando el partido, pero ya nada modifica lo que sucedió. Ya no importa siquiera lo que cuesta ganar en el Centenario, aprovechar las oportunidades de gol que se generan. Lo único que interesa, lo que sobresale por encima de todo, es que la selección uruguaya de fútbol estará en la principal cita del balompié.

Pudo ser de otra forma, no puede desconocerse, incluso, que eso es lo que esperaba la gente. Porque todo el mundo fue a ver una fiesta. Debió ser, entonces, una jornada en la que el equipo se alejara de ese estigma que acompaña a los uruguayos desde hace muchísimo tiempo, porque es innegable que no es posible sentarse a disfrutar de un partido de la selección sin sentirse agobiado por la taquicardia.

Pero en lugar de ir distanciándose de ese shock nervioso, la cosa fue empeorando con los minutos. Con cada jugada desperdiciada, con cada intento por hacerse fuerte en el área adversaria.

Sin embargo, aunque el fondo costarricense se mostraba más endeble que una casa de madera en un huracán caribeño, la pelota no quería entrar. Faltaba un centímetro, aparecía una pierna salvadora o se remataba demasiado alto.

Y del otro lado, en tanto, empezaron a animarse un poco más y si bien la cancha estaba bastante inclinada hacia el lado de Navas, a Muslera lo obligaron a realizar dos tapadas estupendas.

La paridad acrecentó las dudas. Los nervios. La desesperación por encontrarle la vuelta al partido y asegurarse la clasificaciónEn ese ambiente ingresaron los jugadores, que muchas veces apuraron las decisiones y así cayeron en los errores. Pero, igualmente, la Celeste dominó el trámite gracias al talento de Nicolás Lodeiro, a la disposición de Forlán por moverse por todo el frente del ataque, a las continuas proyecciones de Maximiliano Pereira y a la fuerza demoledora que ejerció en la mitad del terreno Diego Pérez.

Pero el gol no venía por ningún lado. Hasta que entró el "Loco" Abreu para explotar mejor la pobreza franciscana que mostraba en el juego aéreo el visitante.

Segundos después de ingresar, tras un centro de Forlán, Abreu estuvo a centímetros de conectarlo. El milagro salvó a Costa Rica, pero no por mucho tiempo porque tras otro envío a la zona quemante, ahora de Scotti, el goleador no perdonó para poner el 1-0.

Pintaba para empezar la fiesta. Para bailar y cantar en las tribunas. Pero Costa Rica, que ya tenía en la cancha a Saborio y estaba complicando en grande, hilvanó una muy buena acción de ataque que culminó Centeno abajo, contra el palo izquierdo de Muslera.

El 1-1 congeló el alma de los 60.000 aficionados. Paralizó a un país. Desesperó a los cientos de uruguayos que viven en el exterior. Fue el movimiento sísmico más grande que el visitante pudo provocar en suelo uruguayo.

Y hubo que empezar a sufrir. A aguantar como se pudiera. A pedir más pierna. A cruzar los dedos.

Era la vieja historia de siempre, la que acompaña a la selección en los últimos tiempos. La que impidió llegar a Sudáfrica de forma más directaPero el gol no venía por ningún lado. Hasta que entró el "Loco" Abreu para explotar mejor la pobreza franciscana que mostraba en el juego aéreo el visitante.

Segundos después de ingresar, tras un centro de Forlán, Abreu estuvo a centímetros de conectarlo. El milagro salvó a Costa Rica, pero no por mucho tiempo porque tras otro envío a la zona quemante, ahora de Scotti, el goleador no perdonó para poner el 1-0.

Pintaba para empezar la fiesta. Para bailar y cantar en las tribunas. Pero Costa Rica, que ya tenía en la cancha a Saborio y estaba complicando en grande, hilvanó una muy buena acción de ataque que culminó Centeno abajo, contra el palo izquierdo de Muslera.

El 1-1 congeló el alma de los 60.000 aficionados. Paralizó a un país. Desesperó a los cientos de uruguayos que viven en el exterior. Fue el movimiento sísmico más grande que el visitante pudo provocar en suelo uruguayo.

Y hubo que empezar a sufrir. A aguantar como se pudiera. A pedir más pierna. A cruzar los dedos.

Era la vieja historia de siempre, la que acompaña a la selección en los últimos tiempos. La que impidió llegar a Sudáfrica de forma más directa.

Pero se salió adelante. Con temple, otra vez más. Dejando el alma en cada pelota, en cada pedacito de césped del Centenario.

Con corazón y alma, como para gritar: ¡Uruguay, no más!

Las cifras

11 Copas del Mundo disputadas tendrá ahora Uruguay en su historial deportivo.

4 puntos sumó la selección celeste en sus enfrentamientos ante Costa Rica.

Ovación digital

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