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martes, 4 de diciembre de 2012

אומר לנו (diciendo de nosotros)


El escritor y diputado Fernando Amado escribió “Mandato de sangre” con la intención de comprobar la veracidad de la gran cantidad de prejuicios que los uruguayos tienen sobre la colectividad judía. En diálogo con Montevideo Portal, Amado dijo que “hay una 'superinflación' de todas las cosas que tienen que ver con los judíos”.
Inquieto por comprobar la veracidad de la gran cantidad de prejuicios que los uruguayos tienen sobre la colectividad judía, el escritor y diputado por el Partido Colorado Fernando Amado escribió "Mandato de sangre: el poder de los judíos en el Uruguay". En él detalla la red de instituciones judías presentes en el país, contrasta con judíos reconocidos y anónimos las distintas formas de practicar el judaísmo y repasa los distintos períodos en el relacionamiento de esa colectividad con el poder político en el país.
En entrevista con Montevideo Portal, Amado compartió algunas de las conclusiones a las que llegó tras la investigación.
¿Por qué un libro sobre la colectividad judía?
La motivación estuvo en la candidad de comentarios que se escuchan sobre la colectividad judía, en los que se le asigna determinadas características que generalmente no son positivas. Más allá de que había tenido compañeros judíos en el liceo y conocía algo de ellos, me interesaba tratar de hacer una investigación que enfrentara cada uno de esos prejuicios, de esos sobredimensionamientos o "leyendas urbanas", que se manifiestan como verdades absolutas.
En "Mandato de sangre" recogés los testimonios de varios judíos sobre esos "prejuicios" casi a modo de encuesta. ¿Fue ese el método principal de la investigación?
Obviamente la pregunta sobre los prejuicios y el detalle de cómo cada uno lo sentía estaba presente. Me gustaba que para la investigación cada uno los abordara desde su postura, desde su lugar dentro del judaísmo, que es muy diferente según el entrevistado. Claramente los entrevistados fueron una pata muy importante para la investigación.
La otra pata es el trabajo de campo, haber convivido con el objeto de estudio por mucho tiempo, conociendo sus realidades y tratando con integrantes de la colectividad judía en general y del "stablishment comunitario", es decir, los que se ven en la tele o y en el poder de las organizaciones. Están los que forman parte del entramado institucional judío pero también hay mucha gente que está por fuera de esas instituciones y no es menos judía.
De hecho además de judíos reconocidos consultaste a otros "anónimos"
Me parecía muy importante eso para saber cómo veían las distintas situaciones e hipótesis de trabajo desde adentro y desde afuera de ese stablishment. Dentro del espectro comunitario entrevisté a gente que no se le asigna estar dentro del stablishment a pesar de ser instituciones, como el Movimiento Judío Humanista o Zhitlovsky. Esa es como otra pata de la comunidad judía, una institucionalidad paralela que no goza de la visibilidad y el poder de la otra, y que tiene una ideología diferente.
En el prólogo señalas que algunos allegados te decían "¡no te metas con la Cole!". ¿Sentiste una reticencia de los entrevistados a aportar información?
En honor a la verdad era un prejuicio que yo tenía cuando arrancó la investigación. Creía que iba a ser muy difícil la rápida comparecencia de los integrantes de la colectividad y la colaboración de las instituciones. Pero la verdad que nada de eso fue así, no hubo ningún tipo de problema y no hubo ningún tema que los entrevistados se negaran a abordar. Incluso uno de los temas que más llamó la atención, que es el funcionamiento en Uruguay del servicio de seguridad e inteligencia judío Bitajon, pudo ser tratado en detalle como nunca se lo había hecho porque gente que lo integró y otra gente de mucho peso me proporcionó los datos. Hubo una actitud muy proactiva a la investigación.
¿Crees que lo que se dice de los judíos es mucho más grande de lo que es en realidad?
Una de las conclusiones de la investigación es que hay una "superinflación" de todas las cosas que tienen que ver con los judíos. Algunas quizás se puedan confirmar parcialmente pero no son de la magnitud con que se las imagina. Hay un sobredimensionamiento de la colectividad judía porque logran cristalizar cosas importantes por sus influencias.
Una de las cosas que más me sorprendió es enterarme de la cantidad de judíos que hay en Uruguay. Cuando uno se entera de que hay menos de 20 mil judíos en el país no puede creer que siendo tan pocos se hagan notar tanto y consigan tantas cosas. Creo que es por la red institucional que tienen, que es muy eficaz, y por el lobby, que usan como estrategia, aunque sin misterios y sin la carga negativa con el que se lo ve acá.
También logran tener peso como comunidad porque los unen una cantidad de valores que los hace mantenerse espalda con espalda.
Sin embargo algunos judíos confiesan que viven el judaísmo como algo que los "asfixia"...
Yo presentía que algo de eso podía haber porque siempre que hay una organización tan aceitada y un corporativismo es natural que haya personas que no se sientan cómodas con ese funcionamiento. Sí me sorprendió que se animaran a reconocerlo tan directamente. Me sorprendió también que gente del stablishment no tiene problemas en tener una mirada crítica y autocrítica. Si bien los judíos a veces tienen respuestas dogmáticas sobre lo que sucede en Israel, se permiten criticar y querer cambiar otros aspectos vinculados más al judaísmo en Uruguay, como la asimilación o el matrimonio mixto.
Esa acción de la acrítica y ejercicio de la libertad marca de alguna manera que el judío es alguien que piensa por si mismo y que, como dicen ellos, "donde hay tres judíos hay tres opiniones". Yo me encontré con esa realidad y por eso al final del libro hay una especie de contraposición de personas que son muy diferentes - como Alberto Bensión y Alberto Couriel, por ejemplo - pero son todas judías. Los uruguayos sentimos muchas veces que los judíos son todos iguales y encajarían en esos casilleros que nosotros pensamos que existen, cuando en realidad es imposible encasillarlos.
¿Crees que en los últimos años disminuyó la influencia que la colectividad judía tiene sobre el sistema político?
Dentro de los partidos tradicionales siempre se sintió como muy importante estar atentos a los reclamos o sensibilidades de las comunidades judías e instituciones sionistas, especialmente el Comité Central Israelita. Durante el gobierno de Tabaré Vázquez, el Frente Amplio mantuvo esa tendencia, a pesar de explorar algunos caminos de entendimiento con ciertos países no muy amigos de Israel.
Sin embargo, en este gobierno ha cambiado esa visión, a pesar de haber tres ministros judíos y un hombre a cargo de cosas emblemáticas de la izquierda como Miguel Brechner. La cercanía con Hugo Chávez, considerado como alguien con un grado de antisemitismo importante y el relacionamiento con Irán han alejando esas relaciones. En este gobierno de Mujica ha perdido pie la influencia del lobby en la política y el presidente no ha estado atento a los reclamos de las organizaciones judías.

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