Venezuela se llevó del Centenario un punto con receta robada. Bien agrupado atrás, con zagueros grandes que restaron de arriba y despejaron hacia la tribuna cuando fue necesario, un cinco que raspó y jugó, un delantero efectivo y paciencia para buscar la igualdad, la vinotinto sumó con estilo celeste. Análisis.Bien agrupaditos atrás. Dos zagueros grandotes y con buen juego aéreo. Un cinco que raspa y además juega. Un 10 pensante. Todas cosas necesarias para que un equipo saque un buen resultado de visitante. Si a ello se suman las premisas de ganar todas las divididas y disponer de un punta veloz que de dos posibilidades que tenga, capitalice una, la ecuación indica como resultado victoria del fútbol uruguayo.
Y fue así como Venezuela se llevó un resultado bárbaro del Centenario, agregando otras cosas de sello charrúa como pegarle de punta y a la tribuna cuando la situación lo ameritó, además de hacer tiempo hasta el hartazgo a raíz del más mínimo encontronazo entre jugadores. Nada fuera del reglamento y todo válido, como para decir que la vinotinto rescató un punto con receta celeste.
Desde el arranque fue Uruguay el que propuso, pero no pudo ser protagonista ni con el partido 0-0. Si bien intentó tener más la pelota, lo logró de a ratos y con imprecisiones. El libreto defensivo del equipo de Tabárez se cumplió a la perfección, con los laterales, Arévalo Ríos y Lugano en un nivel superlativo. En ataque, la cosa no anduvo tan bien.
El teórico 4-3-3 con el tridente ofensivo de Suárez, Forlán y Cavani, se pareció más a un 4-4-2 por el retroceso del goleador del Napoli a la posición de número ocho. Solo en pequeños lapsos del cotejo se cambió de punta y varios metros más adelante. En general, jugó más cerca de Maximiliano Pereira que de Forlán, por lo que le costó entrar en juego.
A los de arriba no les llegó el balón, simplemente porque lo tuvo más Venezuela y lo despejó cuando corrió detrás de él. Los laterales no brillaron pero cumplieron, los zagueros Amorebieta y Vizcarrondo no se ruborizaron a la hora de pegarle directamente a la platea, y Tomás Rincón manejó los tiempos del partido junto a un aplicado Di Giorgi. El volante número ocho mostró su temple para raspar y su capacidad técnica para dársela siempre a un compañero, algo que en general no pudo hacer Diego Pérez.
El 4-4-2 planteado por Farías, con Rondón demasiado aislado en el primer tiempo por el escaso acompañamiento de Feltschr, presentaba como novedad la presencia de Arango por derecha y no por izquierda, como acostumbra. El más experimentado del equipo dejó su lugar habitual a Seijas, un volante con más recorrido y mejor capacitado para aparearse en largos piques con el Mono Pereira, algo que del otro lado no haría Cáceres.
Más allá de su falta de subida, el Pelado fue el mejor exponente celeste y no perdió un solo mano a mano, al igual que Lugano. La salida del capitán se sintió en la jugada del gol, donde no llegó Coates, y probablemente se lo extrañe ante Perú. Godín estuvo firme aunque sin tanto brillo, y Muslera seguro cuando se lo llamó a actuar. Ninguno de los dos tuvo responsabilidad en un gol recibido que tuvo más mala fortuna que error defensivo.
Claro que ese gol no fue un hecho aislado. Si bien Venezuela no tuvo demasiadas situaciones para convertir, había avisado con otro golpe de cabeza de Rondón que se perdió cerca, y se arrimaba peligrosamente al área de un elenco celeste que defendía demasiado atrás. Mientras Tabárez buscó refrescar piernas en el medio con Álvaro González por el Ruso Pérez, Farías apostó por el fútbol de Orozco en lugar de la marca de Di Giorgi, y le salió bien.
Sí, le salió notable al entrenador venezolano, aunque con algo de fortuna también. En un balón que perdió en el mediocampo el Tata, se dio la única jugada de todo el partido donde Arango apareció por izquierda, su sector habitual, y justo en esa acción llegó el mejor centro que le tiraron en toda la tarde a Rondón para el empate, justo por cierto.
Es que a esa altura Uruguay especulaba demasiado con un 1-0 que servía, pero que pendía de un hilo. La celeste, más allá de un cabezazo de Lugano que tapó notablemente Vega en el inicio del complemento, no volvió a atacar con riesgo y terminó jugando en el Centenario como lo hace de visitante.
Y de visitante, soltándose de a poco, cometiendo un solo error que le costó un gol, sin perder la cordura luego ni dejando espacios atrás, moviéndose en bloque y con pausa pero sin prisa, fue como la vinotinto, con receta celeste, terminó rescatando un punto que le sirve en su pelea por clasificar por primera vez en su historia a una Copa del Mundo.
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