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lunes, 6 de febrero de 2012

agua gratis


El tiempo nunca conforma a todos y a esta altura del año las posiciones parecen distanciarse más, entre los que están de vacaciones, y quieren disfrutar de días plenos de sol, y los que piden lluvia a gritos. Algo para todos los gustos podría decirse que tuvo este fin de semana, con un sol agobiante el sábado y una refrescante lluvia el domingo que, aunque no alejó el calor, lo disminuyó, y mejoró el déficit hídrico que padecen los suelos uruguayos.
De todos modos, algunas situaciones puntuales provocaron complicaciones. En Paysandú comenzó a llover durante la madrugada del domingo y no paró hasta las 16.00, y allí se registraron algunas de las tormentas “puntualmente intensas” que había pronosticado la Dirección Nacional de Meteorología, que, por ese motivo, había determinado alerta amarilla en todo el país.
Poco después del mediodía, a la altura del kilómetro 436 de la ruta 3, al norte del departamento sanducero, llovía copiosamente. Muchos campos se veían inundados, y en las zonas más bajas el caudal parecía burlarse de los alambrados que habían quedado tapados, y apenas se asomaba la parte más alta de los piques. Bajo un cielo gris oscuro con palmeras yatay de fondo, el escenario no dejaba de ser hermoso, aunque la lluvia formaba cortinas sobre los parabrisas dificultando la visión, y el agua comenzaba a pasar de un lado al otro de la ruta. la diaria estaba casualmente en el sitio cuando llegó la Policía Caminera; dos de los oficiales bajaron del vehículo, caminaron por el acuoso pavimento y uno de ellos quedó guiando el tránsito: daba la voz de pase a los vehículos que, precavidos, esperaban la habilitación, y para otros era la señal de la necesaria disminución de velocidad.
Poco rato después el caudal fue mayor y la Policía Caminera determinó el corte de la ruta en ese punto, poco más adelante, sobre el kilómetro 431 (Termas de Guaviyú) y en el 383, próximo al paraje Constancia. Ruben Fernández, jefe de Relaciones Públicas de Policía Caminera, dijo que se les recomendaba a los vehículos livianos que no pasaran, excepto que el conductor tuviera un muy buen dominio. Sobre las 17.00 la situación ya se había normalizado, porque paró de llover y la gran sed que tenían los campos de la zona absorbió rápidamente el exceso.

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