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jueves, 17 de marzo de 2011

glamour estilo montevideo



La confluencia de las calles San José y Cuareim es una de las más emblemáticas del Centro de Montevideo. En una de sus esquinas continúa en pie la añeja sala del que fuera hace algo más de siete décadas bastión histórico cultural: el Cine Metro. Rebautizado como Teatro Metro, hoy en plena remodelación de su interior.En el año 2006 el elegante Cine Metro debió acomodarse a los tiempos que corren y transformarse en teatro con capacidad para 1.000 personas en sus dos plateas (alta y baja). Es en la actualidad, escenario tradicional e ideal para espectáculos de nivel como muchos de los que cruzan el Río de la Plata con bastante frecuencia. Basta recordar la presencia de Moria Casán, Los Midachi, Enrique Pinti, Carmen Barbieri con “Fantástica”, Aníbal Pachano con “Pour la gallerie”, “El champán las pone mimosas”, entre otros.

El hoy Teatro Metro se transformó en sala de alquiler donde desembarcan famosos como los citados, así como uruguayos, porque según fuentes de la sala, el 8, 9 y 10 de abril reabrirá con un espectáculo realizado por Maximiliano de la Cruz. Por ahora y aprovechando los meses de verano y lo que resta de marzo, se trabaja en las mejoras de las butacas, que son las originales con las que se inauguró el cine en 1936 (en setiembre cumplirá 75 años), se suplantará la deteriorada alfombra, en tanto los baños y el sistema de aire se reformarán para mejor comodidad de los espectadores. Para quienes peinan canas recordar al Metro como cine, una sala que conjuntamente con la del Complejo Cultural Cine Plaza -en Plaza Cagancha y Av. Rondeau- que reunió a los viejos cines Central y Libertad, son representantes del patrimonio glorioso de la exhibición cinematográfica.

El Metro se construyó en un predio de 900 metros cuadrados, con planos que fueron minuciosamente revisados por la Metro Goldwyn Mayer de Nueva York. Tres pisos (hoy, dos) más uno de oficinas, señalaron un estilo clásico puro con líneas severas, ambiciosas y armoniosas. La inauguración oficial fue todo un acontecimiento nacional, realizada en la noche del 26 de setiembre de 1936 con la película “Melodías de Broadway 1936”, interpretada por Robert Taylor, Eleanor Powell y June Knight. Un dato curioso: a partir de esta inauguración, y por muchos años, las películas que exhibió el Metro no podían ser “cruzadas” a otras salas hasta 90 día después.

Además de entregar programas que eran verdaderas revistas de cine, el Metro se caracterizó por el buen trato al espectador. Servía vasos con agua durante los intervalos; tenía choferes que estacionaban los coches, y en la boletería se solicitaba el número de la butaca de cada espectador para poder avisar de algunas llamadas telefónicas u otra comunicación particular.

Otras de las novedades históricas del Metro fueron las funciones de los domingos por la mañana con películas seleccionadas para niños quienes recibían juguetes de El Paraíso de los Niños de manos del famoso personaje Fosforito. Y la más sorprendente, era su función especial de la medianoche de Fin de Año. Comenzaba con un brindis con champán para los espectadores exactamente a las 0 horas del Año Nuevo.

Como cierre de este recuerdo, vale la pena mencionar algunas de las películas que fueron exhibidas con gran éxito popular: “Lo que el viento se llevó”, “Escuela de sirenas”, “Adiós Mr. Chips”, “Rosa de abolengo”, “El puente de Waterloo”, “Madame Curie”, “Madre tierra”, “El gran Caruso”, “El despertar”, entre otras. Otras anécdotas: el presidente de la República tenía asientos preferenciales; en 1937 se instaló un molinete en donde el espectador sacaba su tique; todos los viernes había una extra en vivo con desfile de modas; en la época en que los cines cerraban en temporada de verano el Metro nunca lo hizo.

De cara a la realidad actual, hay que reconocer que el público desde hace varios años ya no asistía a los cines de gran capacidad por una serie de motivos, entre ellos la caída estrepitosa de las salas ante el avance que en principio tuvieron los videoclubes y la facilidad que daban estos de alquilar una película y verla en la comodidad del hogar. Sumándose a la imparable modernidad, las clásicas salas cinematográficas se acomodaron como pudieron. Algunas se transformaron en galerías austeras con poco o nada de estética; otras en estacionamientos para autos, alguna ofreció su sitio para la banca privada, supermercados, templos, negocios de venta de electrodomésticos o en escenarios para diversas demostraciones culturales. La piqueta fatal del progreso hizo lo suyo pero por lo menos no destrozó una de las salas más emblemáticas y fantásticas del cine, aunque ahora funcione solamente como teatro.

PROTAGONISMO DE OTROS TIEMPOS

Las salas cinematográficas se convirtieron en el espectáculo más popular del siglo XX y en esta breve reseña damos algunos datos sobre los aforos que tenían anualmente. Hoy las cifras perviven en un jugoso anecdotario. En 1912 hubo 2.760.482 espectadores anuales solamente en los cines de la capital, pasando a la década de 1920, donde se sumaron 4.195.689 espectadores en el año, cifra que bajó a 2.590.314 en 1924 para producirse un ascenso meteórico de 16.687.709 espectadores en la temporada de 1950 o sea, un año antes de que se iniciaran los trabajos para el comienzo de los festivales de cine de Punta del Este a los que llegaron figuras y películas desde Argentina, Brasil, México, Francia, Italia, Gran Bretaña y Estados Unidos, incentivadas por el buen cine y la cultura de los uruguayos.

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