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jueves, 24 de febrero de 2011

un lugar mejor


Las situación es calificada de “masacre” con una frecuencia creciente y Muamar Gadafi genera una condena casi unánime, mientras que otros gobernantes que enfrentan contextos similares están tomando su contraejemplo para atenuar los descontentos y no perder el control.

El rey de Arabia Saudita, Abdalah bin Abdelaziz, volvió ayer a su país luego de tres meses de ausencia debido a una operación. Horas después de llegar anunció ayudas sociales y económicas millonarias. El método que aplica Muamar Gadafi en Libia, de no ceder a los manifestantes y de reprimir violentamente, hundió el país en el caos, mientras las protestas continúan expandiéndose por países árabes y más allá, señales que pueden haber inspirado al saudí.

En Arabia Saudita se está organizando a través de la red social Facebook un “día de la ira” para marzo. El grupo Revolución del Anhelo incita a reclamar más libertad para las mujeres y la liberación de los presos políticos. Ambos puntos no están contemplados en la millonaria inversión que anunció el monarca absoluto del mayor exportador de petróleo del mundo.

Bahrein, otro estado de la península árabe, optó por el diálogo y las concesiones para intentar salvar el régimen del rey sunita, jeque Hamad bin Isa al Jalifa. El gobierno invitó a la oposición chiita, que representa la mayoría de la población, a negociar. Ayer, hizo otro gesto simbólico: liberó a 23 militantes chiitas y los indultó. El día anterior, los chiitas habían hecho una nueva demostración de fuerza, con una concentración multitudinaria en el centro de la capital, Manama, que esta vez culminó sin incidentes.

Uno de los voceros del partido opositor Wefak, Ibrahim Matar, afirmó que “autorizar que la gente manifieste y liberar a esos detenidos son medidas que van en el sentido correcto” pero, como el resto de la oposición, exige para negociar que la familia real acepte que se establezca una monarquía constitucional.

En Yemen hay protestas desde el 12 de febrero y la oposición parlamentaria se unió el lunes a los manifestantes que hasta entonces eran en su mayoría jóvenes estudiantes y profesionales. Ayer, siete legisladores oficialistas del Partido del Congreso General Popular renunciaron por “la situación en el país y la violencia sin justificación contra los manifestantes”, explicó a la agencia de noticias EFE el diputado Abdelaziz Yibari. Su partido cuenta con 261 de los 301 escaños de la Asamblea Legislativa y el presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, que gobierna hace 32 años, llamó a formar un gobierno de unidad nacional.

Pero en Libia Gadafi continúa sin oír las protestas que llegan a Tripoli de todos los rincones del planeta, de su propio gobierno y de la población. El ex ministro de Justicia, Mustafa Abdel Yalil, quien dimitió por la represión sangrienta, dijo ayer que la zona oriental del país fue “liberada totalmente” de Gadafi y oficiales del Ejército de una ciudad del oeste, Al Yabal al Ajdar, se unieron a los sublevados. El tercio nororiental de Libia estaría también bajo control de los manifestantes y se formaron comités populares para proteger y gobernar las ciudades. Según el ex ministro, en Al Baida los opositores detuvieron a unos 400 mercenarios de Chad y Níger que apoyaban a Gadafi.

En la segunda ciudad del país, Bengasi, pero también en Al Baida, Darna, Aydabia, en el este, y Tobruk, sobre la frontera egipcia, las radios están bajo control de los insurgentes. La corresponsal en Tubruk del diario francés Le Monde Cécile Hennion explicó ayer cómo se destruyeron o burlaron los símbolos de la presencia de Gadafi -pintando bigotes en los retratos o cambiando nombres de plazas-. Los taxistas insisten, según ella, en transportar gratis a los periodistas para que puedan informar de la situación. “Por culpa de Gadafi, los libios tuvieron durante años una imagen de terroristas e ignorantes, eso también queremos cambiarlo”, dijo un rebelde a la periodista.

Además de la cifra de víctimas difícil de establecer, la violencia y el descontrol hacen temer un éxodo masivo. El alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados indicó que hay un ingreso regular de personas de Libia hacia Túnez, pero que la mayoría serían tunecinos que retornaban a su país por la caída de Ben Alí, informó EFE. Las fronteras con Túnez y Egipto seguían abiertas ayer.

Los gobiernos occidentales empezaron a evacuar a sus ciudadanos, España suspendió la venta de armas a Tripoli y la Unión Europea estudiaba qué medidas tomar, varias de ellas orientadas a suspender las relaciones con Libia.

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