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lunes, 2 de noviembre de 2009

un colorado jamas traiciona


Julio M. Sanguinetti

El ex presidente afirma que el "punto de partida" de esta campaña es que ningún colorado y batllista puede votar al candidato del Frente Amplio, José Mujica, porque "representa las antípodas de lo que pensamos y sentimos". Sanguinetti aclara que no se trata de cuestiones personales, sino de "principios, de ideas". "El tema no es el pasado (de Mujica) sino el presente", afirma. En cambio, la opción por el nacionalista Luis Alberto Lacalle que recomendó el CEN colorado es lo opuesto a Mujica. "Lacalle es un demócrata, que ha gobernado con la Constitución y la ley", sostiene Sanguinetti, y cree que todo el Partido Colorado se alineará detrás de su candidatura.

Carlos Ríos

-El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Colorado recomendó votar a Luis Alberto Lacalle en el balotaje, ¿cómo ve usted la respuesta a este Como es notorio, en la misma noche de la elección nuestro secretario general, Pedro Bordaberry, dio su opinión personal de votar a Lacalle-Larrañaga, y -entre otros- también di mi parecer conforme. ¿Por qué? Porque simplemente un colorado y batllista no puede votar nunca al senador José Mujica. Antes de entrar en cualquier otra consideración, ese es el punto de partida. Mujica representa las antípodas de lo que pensamos y sentimos. No son temas personales, sino razones de principios, de ideas. El pasado del senador Mujica la gente del cambio en paz lo hemos sepultado bajo el perdón. El tema no es el pasado sino el presente, el tema es que hace 20 días, en La Nación de Buenos Aires, reitera que la violencia de los años 60 estaba justificada en el democrático Uruguay de entonces. Mujica continúa pensando eso. Y basta escuchar la opinión de sus propios correligionarios, de quienes trabajan por él, para tener todo claro. El presidente de la República, en forma meditada y serena, desde el exterior dijo que le votará porque es un "frentista disciplinado…", o sea que no tiene convicción. Y añade que "algunas de sus expresiones son simplemente estupideces que no comparto". Vea usted lo que dijo Astori en el mes de junio sobre Mujica: "Es el caos, el caos total y el fracaso total". Observe lo que dice el propio Marenales, que es el líder operativo del MLN: "Mujica es un signo de interrogación para mí".

-Todo eso descalifica a su juicio a Mujica, pero ¿por qué votar a Lacalle entonces?

-Precisamente por lo opuesto. Representamos tradiciones históricas distintas. Nuestra concepción del Estado tiene matices diferentes. Pero en lo principal hay un acuerdo. Lacalle es un demócrata, que ha gobernado bajo la Constitución y la ley. No hay reservas. Lacalle no comparte esa absurda ley de educación que entrega nuestra juventud a movimientos corporativos gremiales. Lacalle tiene una ida clara de que la seguridad pública hay que enfrentarla con la ley en la mano, pero con severidad. Lacalle me asegura que el Uruguay no va a terminar subordinado a los petrodólares de Chávez y mientras que con el senador Mujica, no lo sé. Podríamos llegar a asistir hasta un 1° de marzo con Chávez y Ahmadinejad, el racista de Irán, como fue la toma de posesión de Correa. Mire que estos movimientos son fuertes, son envolventes, y las simpatías recíprocas no se ocultan. El propio Ahmadinejad está anunciado ya en Brasil. A los demócratas no nos puede dejar tranquilos cuando sabemos que esa gente participó en el atentado de la AMIA en Buenos Aires.

-¿Cree que los colorados van a acatar el llamado del CEN de votar a Lacalle?

-El partido se va alineando progresivamente, como es natural, y en la medida que la gente va reflexionando yo no tengo la menor duda de que todos los votantes colorados se van a inclinar por el doctor Lacalle.

-¿Qué lectura hace del resultado obtenido por el Partido Colorado el domingo 25?

-El Partido Colorado celebra, porque reitera su marcha ascendente. Del triste 10% de la última elección, pasamos a un 12% en las internas y ahora a prácticamente un 17%, lo que nos da una gran capacidad de incidencia en el proceso político. El partido vuelve realmente a contar, tanto para decidir la elección como para formar cualquier gobierno. Es muy importante. Lo hace, además, con grandes perspectivas, luego de un interesante proceso de renovación.

-¿Cómo observa el rechazo de los plebiscitos?

-El rechazo a la anulación de la Ley de Caducidad ha sido casi tan importante como la propia elección. Veinte años después de la primera ratificación popular en el referéndum de abril de 1989, ya con otra generación votando, vuelve a darse lo mismo. Es muy importante. Reitera la voluntad profunda del país de mirar hacia delante. Eso es más fuerte que todo. Por eso Mujica puede ser candidato, por eso Bordaberry puede ser candidato. Porque dejamos atrás la confrontación airada, que nos dividía violentamente. La ley de Caducidad, además demostró su absoluta eficacia: los militares se subordinaron, no tuvimos ningún incidente, como sí los hubo, en cambio -y sangrientos- en la Argentina. De buena fe, nadie puede negarlo.

-¿Cómo ve la propuesta del presidente Tabaré Vázquez de integrar un gran gobierno nacional, con un gabinete con todos los partidos políticos-Me parece algo fuera de momento. El propio Mujica ya ha dicho, inequívocamente, que "tiene otra idea". O sea que no es más que una idea; pero en cualquier caso, es curiosa: en el final del gobierno más exclusivista de la historia, en que no hay ni un miembro de la oposición en ningún organismo, ni aun los de la educación. Mi impresión es que todos son intentos para diluir el riesgo Mujica. Los frentistas están preocupadísimos, temen que su candidato tome el micrófono y diga lo que piensa -como lo ha venido haciendo- y terminen inmersos en una tormenta. Por eso estos intentos que los veo nada más que como pequeños ensayos publicitarios.

-¿Vázquez habla de que aquí no chocan modelos de país?

-En parte tiene razón, por él mismo. Él era contrario a nuestro programa de forestación y luego se hizo partidario hasta de Botnia. Era contrario a la concesión del puerto y ahora la festejó. Era contrario a la concesión del aeropuerto y lo mismo. Cuando la crisis de 2002 propuso declarar default y ahora invoca el acierto uruguayo de haber honrado todos sus compromisos. Justamente el saldo positivo de este gobierno es lo que modificó de su vieja prédica, de lo que parecían ser principios arraigados. Recuerde todos lo que nos dijeron de la reforma educativa, Germán Rama y yo éramos Satanás y ahora resulta que todo era bueno y deseable.

El País Digital

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