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jueves, 14 de enero de 2010

se siente su dolor


Haití fue asolado por un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter, que el martes afectó en particular a su capital, Puerto Príncipe, donde tuvo un “efecto devastador”, según informaron los “cascos azules” de las Naciones Unidas (ONU) que realizaron un reconocimiento desde el aire. La cantidad de vidas perdidas en el terremoto se desconoce, ya que pueden ser miles las personas que permanecen bajo los escombros o están desaparecidas. “Cientos” murieron, estimó el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon; “miles”, sugirió el presidente haitiano, René Préval; “cientos de miles”, dijo a CNN el primer ministro haitiano, Jean Max Bellerive.

Otro terremoto, el que afectó a México en 1985, principalmente al Distrito Federal (donde viven 18 millones de personas), que alcanzó los 8,1 grados Richter, dejó entre 5.000 y 40.000 víctimas, según distintas estimaciones. En Puerto Príncipe viven 1,9 millones de personas.

Tras el sismo en Haití una de las primeras reacciones de los demás países fue verificar cuántos de sus ciudadanos fueron víctimas del sismo, especialmente los cascos azules de la misión de Naciones Unidas en Haití (Minustah), que cuenta con 6.700 militares procedentes de 17 países, informó la agencia de noticias EFE. Así se confirmó la muerte de un gendarme argentino, diez militares brasileños, una misionera pediatra de la misma nacionalidad y otros siete militares provenientes de Brasil están heridos.

“El Parlamento se ha venido abajo, la oficina de Hacienda se ha venido abajo, las escuelas se han derrumbado, los hospitales se han derrumbado”, manifestó Préval al diario Miami Herald. El diario español El País informa que se derrumbaron supermercados, hoteles y la catedral, dentro de la cual murió el arzobispo Serge Miot. También se derrumbó la principal cárcel de Puerto Príncipe y varios presos escaparon, informaron fuentes de la ONU a EFE.

La comunidad internacional se solidarizó de inmediato con los haitianos y los países más cercanos, como Estados Unidos, fueron los primeros en enviar ayuda. Rápidamente se unieron otros, incluidos los de la Unión Europea, organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos, y organizaciones civiles, como la Cruz Roja. También se sumó el papa Benedicto XVI y pidió colaboraciones “generosas” ante la “dramática situación” en Haití.

Hay “escombros de las viviendas por todas partes”, informó Kristie van de Wetering, de la organización civil Oxfam. Apenas se puede transitar por la ciudad, las carreteras están destruidas o bloqueadas, “hay una capa de polvo que cubre toda la capital”, añadió.

Según las proyecciones de la Cruz Roja, el terremoto dejó tres millones de personas “potencialmente afectadas”, tomando en cuenta a quienes fallecieron y a los que perdieron sus hogares o familiares.

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